viernes, 2 de noviembre de 2018

Aunque la vida me cueste, Catrina…





Catrina de mil colores, Catrina de mis amores, siempre bella, siempre elegante, en las manos, el vestido y el sombrero siempre llevando flores. Símbolo de nuestra identidad como mexicanos, de que la muerte no es algo que deba llorarse, sino un motivo más, de tantos que tenemos, para hacer fiesta con alcohol, comida, música, colores y flores.



Catrina, flaca querida, adornas los alteres donde recordamos a aquellos que hemos perdido, a aquellos que antes que nosotros han partido. Tu sonrisa eterna nos recuerda que no hay que llorar, ni hay que sufrir, pues un día, de tu mano, todos nos habremos de nuevo de reunir.



“La flaca”, “La muerte, “La huesuda”, infinidad de nombres has tenido pero ninguno como “La Catrina” tanto significado y peso ha tenido. Posada te pintó y Rivera te bautizó pero todos los mexicanos, y especialmente en Michoacán, te llevamos siempre en el corazón.



¡Ay de mí, Catrina!
Catrina, de azul celeste;
Aunque la vida me cueste, Catrina,
No dejaré de querete.

viernes, 26 de octubre de 2018

¿Hasta cuándo?



Generalmente trato de no tocar estos temas pues son demasiado políticos y la polarización que causan es muy grande, pero pienso que esto está llegando a un punto que surca los cielos de lo absurdo.

La inclusividad, la corrección política, el feminismo de manual, feminismo hegemónico o “feminazismo”, escoge el título que mejor se adapte a tu mentalidad pero este fenómeno nos está llevando a límites insospechados para acomodar todo lo que nos rodea para que sea suave al tacto y no rompa la piel que se habita hoy en día.

Yo entiendo y estoy a favor de eliminar de nuestra cabeza conductas como el machismo, la misoginia, la homofobia, el sexismo y demás comportamientos dignos de siglos pasados donde la apertura mental y el progreso intelectual eran simplemente desconocidos pero no estoy a favor de llevarlo todo a un extremo copérnicamente opuesto, es decir, que la sociedad se convierta en aquello que juró destruir.
¿A qué me refiero con todo esto? A los acontecimientos que han estado teniendo lugar en nuestras sociedades –europea y panamericana– donde la lucha por la verdadera lucha por la justicia social se ha estado prostituyendo y degenerando hasta llegar a ser un mero circo en el que todo nos ofende y todo hay que hacerlo rosa.

Ejemplos como el de la “apropiación cultural”, las legislaciones en Canadá donde se criminaliza el no tratar a una persona trans con los pronombres que dicha persona se sienta identificada (nótese que cualquiera puede elegir el género con el que se sienta identificado y si una persona decide que se le trate como “elle” y no recibir dicho trato {por accidente o lo que sea} entonces se cae en el supuesto delito y lo vuelve una falta administrativa) y los dos más recientes: el primero la polémica que se desató en Operación Triunfo en España por que unos concursantes se negaban rotundamente a cantar un tema de Mecano, el titulado “quédate en Madrid” porque contenía UNA palabra que se puede considerar homofóbica (mariconez).

El segundo la “adaptación” que realizó la editorial Ethos en Argentina del título de Antoine de Saint-Exupéry “El principito” (Le petit prince) haciéndola más inclusiva y menos sexista.

Del primero les dejo un enlace a un video de un youtuber llamado “Un tío blanco hetero” de quien escuché la información y cuenta la historia mucho mejor que yo.




Del segundo, me sorprendió esta mañana en las redes el darme cuenta de semejante cambio en pro del “progreso”. Se había adaptado dicho título modificando casi todos los personajes (incluyendo obviamente al protagonista volviéndolo LA protagonista y cambiando el título a “La principesa”) amén de utilizando esa herramienta que tanto aborrezco… El “lenguaje inclusivo”.

Primero, cabe aclarar que no estoy en contra de se quieran crear historias inclusivas o que ayuden a lo antes mencionado, a la remoción del machismo y el sexismo en nuestra sociedad siempre y cuando se haga eso, <<crear>> no adueñarse de una obra ya escrita y “adaptarla” a tiempos modernos, y digo adueñar debido a la siguiente aseveración de las “adaptadoras”, ya que ellas no son las autoras del libro aunque así se presenten.



“[…] respetaron lo esencial de la obra, eso que para él [St-Exupéry] es invisible a los ojos.”
¿Respetar lo esencial de la obra? Supongo que lo esencial de la obra es que la personita vive en un asteroide y se enamora de una rosa, porque hay cambios totalmente radicales que en nada muestran un respeto a la obra. Tal como el siguiente ejemplo:


Un suceso totalmente fantástico sin duda [refiriéndose a la fantasía]. Pero a las adaptadoras no les pareció del todo adecuada esa parte de la historia y decidieron hacer su magia.



Encantador… luego la nota periodística nos regala otra joya:



Menos violento… me pregunto cuándo una composición fantástica como la de una serpiente devorando a un elefante –algo que es totalmente imposible y fantástico– se volvió más violenta que un volcán que, como dice en el bodrio “La Pincipesa” pueden llegar a causar grandes destrozos a su alrededor.

Me pregunto, nuevamente y con incredulidad, cuándo esto:



Se volvió más traumático y violento que esto:


[Ruinas de Pompeya, Volcán Vesubio, Italia]


[Monte Santa Helena, Estados Unidos]


[Volcán de Fuego, Guatemala]


[Ruinas de San Juan Parangaricutiro, 
Volcán Paricutín, México]

La intención de crear algo nuevo adaptado a tiempos modernos es muy loable, pero la suavidad de la piel que hoy habita esta sociedad la cual se corta con el roce de una pluma de ganso es realmente impresionante, por eso yo me quedo con esa pregunta:¿Hasta cuándo?

viernes, 19 de octubre de 2018

La piel que se habita




No pasa desapercibido a nadie lo endeble que es hoy en día la psique humana; cómo con un comentario, o cúmulo de estos, una persona o grupo de personas experimentan reacciones adversas que los llevan a límites insospechados de depresión, incluso muchos de ellos a quitarse la vida.



Y no, no estoy tratando de hacer apología del acoso o bullying, famoso anglicismo que forma ya parte del vocabulario de la inmensa mayoría de la gente y que todo se bautiza ya con ese término, sino hacer notar lo “delgada” que es la piel de muchos hoy en día que por una situación o comentario se forma el “sal pa’ fuera”, como dirían en cuba.

Como dice el lema de los sombreros Tardan “Desde sonora Hasta Yucatán”, es decir, por todos lados se puede notar este fenómeno: desde el arte, donde ya a cualquiera se le denomina artista y no soporta una crítica sin que se haga un escándalo; pasando por el cine, donde una famosa actriz de la pantalla grande toma la decisión {estúpida a mi parecer} de renunciar a un papel por y, además, pedir disculpas ante la presión de un grupo social donde se le critica que ella no puede interpretar dicho papel ya que ella no tiene la condición ni pertenece a ese colectivo (digo, no es que un actor no DEBA saber interpretar cualquier papel, que sería lo mismo que decir que Morgan Freeman no puede interpretar a Dios por ser humano, hasta chiquillos que se suicidan o cometen masacres en las escuelas por el bullying que reciben.

Reitero que mi intención no es minimizar lo que muchas personas viven en su día a día, si lo sabré yo que por cinco años sistemáticamente fui víctima del bullying y en los últimos años de estos sufrí cosas que pocos han pasado, pero la mentalidad de cuando yo era más joven era diferente, se nos enseñaba a ser resilientes, a saber defendernos y a saber que, en palabras de un personaje de caricaturas: “cruel es quien se odia a sí mismo…”



Hoy no, hoy más que nunca la gente quiere demostrar cuán capaz es de expresarse y habla cada vez más fuerte, incluso muestran un temperamento prima facie inquebrantable pero cuando se les toca esa sensible fibra son como Aquiles con su talón o Sigfrido en su espalda, mortalmente vulnerables.

Otro factor que, a consideración de quien escribe siempre estas líneas, adelgaza cada vez más la cerámica piel de la sociedad, es la presencia de la censura… perdón, de lo “Políticamente correcto” {que, quien me conoce, sabe que no lo soy en lo más mínimo}.
Hoy en día ya no se puede regañar a un alumno en las escuelas, ni mucho menos suspenderlo o expulsarlo porque se toma como discriminación, amén del cúmulo de traumas que se le generan a la pobre criatura (mis lectores que se dedican a la docencia saben a lo que me refiero); el no respetar “casillas” como persona no binaria, no heteronormada o no utilizar los pronombres adecuados para referirse a una persona no cisgenero [Mon Dieu, si se supone que el aceptar la diversidad sexual es para dejar de encasillarnos] a su vez se considera discriminación hacia una minoría y arma tremendo escándalo {en Canadá hay muchos ejemplos de eso}, el que un hombre toque a una mujer que se está ahogando sin su consentimiento se considera acoso sexual o celebrar el día internacional del hombre es lo mismo que celebrar el día del terrorismo {no bromeo, sucede en España}.

La pregunta del millón: ¿a dónde nos lleva todo esto? ¿A una mejor sociedad donde todos nos respetemos ni nos agredamos?



No, nos está llevando a una sociedad conformada por individuos con piel de papel y huesos de cristal que a la más mínima de las agresiones se despedazan. Tampoco digo que debamos vivir en una jungla donde prevalezca la ley del más fuerte y todos nos comamos entre todos, pero realidad es que la gente se está tomando muy a pecho eso de “vivir en espacios seguros”

Para finalizar, unas palabras de la gran crítica de arte Avelina Lésper:

“En una sociedad adicta a la satisfacción […] es muchísimo más fácil decirle a la gente “No te traumes […]” ¡No! Pues que se traumen…”
(Lésper, 2017) 
 


viernes, 12 de octubre de 2018

Más “yo” y menos “nosotros”




Hace tiempo que tengo ganas de escribir acerca de esto y por fin he podido hacerme una oportunidad de hacerlo y aunque el título aparenta que deseo hacer apología del egoísmo, estas líneas son para que juntos reflexionemos un poco acerca de una actitud y, hasta cierto punto, una ‘manía’ que mucha gente tiene y a título personal es algo que me molesta sobremanera.

“Estamos mal como sociedad”, “Estamos acabando con el planeta”, “Como raza somos un asco”
Expresiones como estas día a día me toca escuchar por la calle o leer en las redes sociales cuando se habla con la gente acerca de ciertas situaciones que se viven en la vida cotidiana pero a mí me surge una pregunta: ¿Realmente es necesario incluirse siempre en las situaciones de las que se habla?
Las personas tienden a utilizar el pronombre “nosotros” o los adjetivos pertenecientes a éste a la hora de hablar de ciertas problemáticas que, si bien son un problema de todos, el hecho es que con su manera de hablar hacen parecer que “todos somos el problema/parte del problema” y en muchas ocasiones, no es así.



Vgr. Cuando se habla del cambio climático y de la contaminación; cuando en alguna plática o <<post>> de alguna red social se mencionan cifras acerca de las cantidades exorbitantes de plástico que hay en los océanos o las miles de hectáreas  que se pierden debido a incendios forestales o tala clandestina y, sobre todo, de las consecuencias que esto ha traído o puede llegar a traer, nunca faltan los comentarios de estilo: “Es triste que estemos acabando con nuestro planeta”.

Es aquí donde pienso: “¿estamos?” y me pareciera como si la persona que hizo ese comentario, yo y todos los que nos rodean estuviéramos en los montes talando clandestinamente los árboles o fuéramos y dejáramos nuestras bolsas de basura a la orilla del mar, por mencionar algo.

Si bien, el estilo de vida que llevamos en este país no es muy amigable con el medio ambiente pues somos un país imperialista (hace mucho que dejamos el capitalismo detrás) hay quienes tenemos esa inquietud de, aunque no estemos montados en una lancha de GeenPeace protestando contra la caza inmoderada y cruenta de delfines en Japón, tratamos de reducir nuestros residuos al mínimo y además clasificarlos de manera que ninguno afecte a los demás, como embotellar el aceite usado de cocina paras que no vaya directamente al drenaje ni se mezcle con la basura y la impregne, o separar la basura inorgánica en subclases, a saber: “inorgánicos reciclables [cartón, papel, plástico, metal, y demás objetos que se pueden reutilizar o reciclar]”, “inorgánicos no reciclables [envases de tetrapack, celofán, papel engrasado {como el cual en el que viene envuelta la mantequilla}, envases de aceites no comestibles, entre otros], “voluminosos [refrigeradores, colchones, etcétera” y “de trato especial” [pilas, artículos electrónicos y de cómputo, por mencionar algo]; además de, quienes tenemos oportunidad, generar composta con la basura orgánica en nuestros jardines, por no mencionar los métodos de cuidado ambiental más insignificantes aparentemente y que más tiempo tienen en boca de todo el mundo como el ahorrar agua a la hora del baño o del lavado de prendas y trastos; desconectar aparatos electrónicos y luces que no se estén utilizando y el uso de bombillas ahorradoras o, más recietes, de LED, las cuáles consumen solamente 3W pero iluminan lo mismo que un foco de 60 (aprox.) Y puede que a muchos ambientalistas todo esto no les parezca suficiente  (porque sí, hay quien considera que si no eres vegano el hacer todo lo antes mencionado no sirve de absolutamente nada, no me lo invento) pero lo que importa es que realmente se genere una conciencia ambiental y un cuidado del lugar donde estamos parados.

Seguramente hay quien piense: “Pues si tu no entras en ese supuesto, no te des por aludido”. En parte tienen razón y yo mismo aplico dicha máxima muchas veces, pero la situación no es esa, sino ¿por qué hay que tener esa mentalidad incluyente en cosas donde no todos entramos? Y yo he llegado a leer y escuchar personas que son honradas y dicen “qué mal estamos como sociedad”, gente que trata de ser “eco-friendly” y dice “estamos acabando con nuestro planeta”, que es pacífica y al escuchar de guerra exlama “¡Como raza somos una basura!” y por mi mente cruzan dos preguntas: “¿Por qué te incluyes si no eres así?” y más importante: “Por qué me incluyes a mí?”



No se trata de ser egoístas, ni mucho menos, ni tampoco de no involucrarse en causas que uno considere nobles o le atraigan, como el cuidado del medio ambiente, la paz social, el rescate de animales y demás, de lo que se trata es, primero y principal, dejar esa actitud victimista del “nosotros” sin importar cuan bien se dirija una persona pues yo he visto que no trae nada bueno, no hace entrar a la gente en conciencia sino da paso a un rosario de lamentos y gemidos que se embarcan en una espiral descendente de quejas e improperios acerca de lo mal que estamos como país, como sociedad, nuestro gobierno, nuestra pobreza que sólo se queda en eso, un cúmulo de lamentos sin acción que nubla el juicio de las personas y les impide hacer cosas que los saquen de dichas situaciones.
Segundo, aprender a apreciar las cosas buenas que uno hace, desde el punto de vista social, ambiental, político o lo que sea. Sin soberbia; simplemente, si en mi familia instalamos un calentador solar para reducir el uso de combustibles fósiles y además el gasto en ellos, salir de ese esquema de pensamiento de “ESTAMOS acabando con el planeta” pues ya se tomaron acciones para contribuir a evitarlo.

No se trata de ser soberbio ni egoísta, simplemente saber cuándo hay que incluirse y cuando no.

domingo, 22 de julio de 2018

El aborto {mi opinión}



Debido a los últimos sucesos que han tenido lugar a lo largo y ancho del mundo, además de la eterna polémica que este como otros temas ocasiona, varias veces se me ha planteado la pregunta acerca de si estoy ‘a favor’ o ‘en contra’ del aborto y decidí plasmarla en este escrito. Quizá algunas personas estén de acuerdo o quizá no, sólo aclarar antes que todo que estas líneas representan mi humildísima opinión y que cada quien es libre de realizar con su cuerpo lo que cada quién desee, yo respeto sin juzgar a nadie.
Yo soy una persona sumamente católica, espiritual y religiosa, sin embargo mi opinión no está basada en la religiosidad ni en la moralidad, sino en mi mentalidad que tiende a ser un tanto más o menos abierta, respetando el libre albedrío de la gente, pero no por eso me privo de tener mi opinión acerca de ciertas situaciones actuales.
Ahora bien, la pregunta del millón: ¿Estoy en contra o a favor del aborto?
Mi respuesta no es tan binaria; de hecho, es un tanto relativista ya que mi opinión varía dependiendo de la situación en la que el aborto se de.

NO ESTOY EN CONTRA DEL ABORTO CUANDO se realiza para salvar la vida de la mujer.

Hogaño los avances tecnológicos y de conocimiento que cimentan la medicina son impresionantes y parecen rebasarnos cada vez más rápido. Antiguamente, muchos hombres se llegaron a enfrentar a la difícil decisión de elegir entre “la madre o el hijo/la hija” ya que las técnicas y el conocimiento médico de antaño no estaba a la altura del de hoy en día. De esta manera, si seguimos esa línea de pensamiento no debería ya de existir este tipo de situaciones. Desgraciadamente, este tipo de situaciones sigue existiendo y el embarazo es un proceso y una etapa de la vida que está supuesta para traer la vida, no para sacrificar a un ser humano para que otro pueda llegar a este mundo, por lo cual, si una pareja o la misma mujer decide interrumpir su embarazo para salvaguardar su vida no estoy en contra de que lo haga, al fin y al cabo el propósito principal de la medicina es la preservación de la vida y aunque yo considero que un feto también es una demostración de la vida y tenemos que introducir a la religión en este asunto, los sacrificios que a la cristiandad se le exigen son sacrificios espirituales y no aquellos que tienen su base en el dolor y la muerte solo para preservar algo que, por muchos cuidados que se le puedan dar, nada garantiza que se logre, puesto que muchas cosas pueden suceder de último momento. Sí, es un hijo o una hija y una creatura es el regalo más grande que Dios, Allah, Jeovah, Yaveh o como cada quien le quiera decir puede hacer, al preservar la pareja más hijos pueden venir para santificar a la pareja con el regalo de la vida; ¿Qué la madre ya no puede o ya no podrá tener más hijos si se realiza un aborto? Hay muchísimos niños a los cuales se les puede dar un hogar, niños que todos y cada uno de los días desean que alguien se apiade de ellos y los saque del penoso sistema de casas hogares que por más bien intencionados que estén, no dejan de ser lugares de añoranza y muchas veces de días grises y así, al adoptar a un niño, se están ejerciendo el valor de la misericordia y una de las tres virtudes principales del cristianismo: la caridad.

NO ESTOY EN CONTRA DEL ABORTO CUANDO el embarazo es causa de una violación.

Este es un punto que a muchas de mis lectoras femeninas les puede causar una mala impresión de mí pero reitero que lo expresado aquí no está hecho con intención de ofender a nadie.
La violación, tanto femenina como masculina, es el acto más atroz que puede realizar un ser humano y que más secuelas mentales y psicológicas que deja en la víctima, ya que si no se trata ni se atiende éstas pueden ser de por vida. Lo que vuelve más traumática la violación femenina por parte de un hombre es que, aparte de que es más violenta por la evidente diferencia de fuerza entre ambos géneros, es que la violación hacia las mujeres generalmente causa un embarazo, cosa que no le sucede a un hombre que es violado por otro hombre. El llevar en su vientre nueve meses un embarazo producto de una situación tan traumática para una mujer no es nada fácil, sobre todo porque no es una situación que fuera deseada, y el ser satanizada y criminalizada por interrumpir su embarazo es un estigma con el que muchas mujeres en pleno S. XXI aún tienen que cargar. La opinión que más se les arroja a la cara a muchas mujeres que piensan realizarse un aborto, están en proceso de realizarlo o se lo han realizado es: “ese bebé no tiene la culpa”. Yo en cierta manera estoy de acuerdo que el embrión que se va a convertir en un nuevo ser humano al momento del nacimiento no eligió venir al mundo de una manera violenta y carente de respeto hacia la mujer que lo porta en su vientre, pero también entiendo la postura de las féminas que han tenido que pasar por dicha situación y que quedaron embarazadas por un degenerado que no las respetó en lo más mínimo, por eso yo dejo en manos de cada quién [mujeres que se encuentren en esta situación] si decide o no interrumpir un embarazo no deseado y, además, forzado.
Ahora bien, lo que si me causa un poco de molestia es que las mujeres que denuncian y/o le hacen saber a otras personas que han sido víctimas de una violación no reciban la ayuda necesaria para no quedar embarazadas. Lo sé, muchas de mis lectoras, o lectores masculinos también, me pueden decir acerca de los inconvenientes de utilizar este o aquel “método de emergencia” y sus consecuencias a largo plazo de su uso, pero aquí la situación no es fomentar la utilización cotidiana y sistemática de ese tipo de fármacos, sino el evitar que las consecuencias de la violación se extiendan más allá y las decisiones que se tengan que tomar en ese futuro alterno estigmaticen o traumaticen más a la pobre víctima de violación.

NO ESTOY EN CONTRA DEL ABORTO CUANDO el feto que se está gestando puede o va a padecer alguna enfermedad o condición.

La enfermedad y la muerte son algo que no discriminan por edad, sexo, religión, estilo de vida, orientación sexual ni nada, pero existen ciertas enfermedades o condiciones en extremo pesadas que hacen que la calidad de vida sea muy pobre. Cuando hablamos de los bebés, a nadie nos son ajenos ciertos casos de infantes que han nacido con enfermedades cardiacas, cerebrales, pulmonares, hepáticas y demás que las padecería una persona de ochenta años o más lo cual muchas veces sólo ocasiona que el niño viva hasta horas antes de morir, causando gran padecimiento a los padres; o sobreviva, pero su “vida” no sea tal y transcurra entre hospitales, terapias, medicamentos y todo lo que sus condiciones conlleven y eso se convierta en una verdadera ordalía. Hay padres que deciden que “un hijo es una bendición” y tienen el amor y el coraje para sobrellevar condiciones y enfermedades y tratar de darle a su vástago la mejor calidad de vida posible pero también los hay los que no se sienten preparados ni con la capacidad de cuidar a una creatura que necesita más amor y atención que un bebé promedio y el dar en adopción al bebé no es una opción del todo realista pues pocas personas son las que van a tener el completo compromiso de cuidar al niño o a la niña como se lo merece, entonces si ellos deciden interrumpir el embarazo para “no traer a sufrir al bebé a este mundo” es decisión de ellos y no por eso deben ser juzgados; hay quien puede decir que los niños deben ser amados vengan como vengan, pero muy seguramente muchos de aquellos que esgriman ese argumento no podrían sobrellevarlo al encontrarse frente a dicha situación.

ESTOY EN CONTRA DEL ABORTO CUANDO no se tuvo el interés de protegerse en un inicio y se hace para remediar el “accidente”.

Este es el punto más polémico de mi opinión y he llegado a tener discusiones bastante acaloradas tocando este apartado pero mi opinión en esta parte del tema es bastante ‘inflexible’.
Aquí no entran situaciones como:
·       Accidentes DURANTE el sexo (como que los preservativos se rompan o los métodos anticonceptivos no sean efectivos)
·       Que el hombre manipule o coaccione a la mujer para tener relaciones sin protección lo cual resulte en embarazo.
·       Cuando el coito se realiza bajo la influencia de alcohol y otras substancias que inhiban la conciencia (que si bien no es excusa, no se está realizando de manera consiente y puede conducir a embarazos no deseados).
Me refiero a cuando la pareja en consenso decide el tener relaciones sexuales sin ningún tipo de protección a sabiendas de lo que puede llegar a suceder bajo la premisa de “si quedo embarazada me realizo un aborto”. En la humilde opinión de quien escribe estas líneas, ese tipo de razonamiento es fruto de una mente inmadura e irresponsable, pues hemos de recordar que la utilización de métodos físicos anticonceptivos no sólo se limita a eso, a evitar la concepción, sino a evitar el contagio de enfermedades e infecciones de transmisión sexual, pero se fomenta la irresponsabilidad cuando simplemente se utiliza el aborto para corregir lo que fue un “accidente” de una noche. He conocido casos de manera indirecta de mujeres que se guían por esa línea de pensamiento para no utilizar protección y simplemente “vivir su sexualidad” pero de manera irresponsable. 

No se trata de “culpar” o “responsabilidad” únicamente a la mujer por algo que es un acto de dos pero así como la mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo al interrumpir un embarazo que ella no desea, también se supone que tiene el derecho de utilizar otros métodos para no quedar embarazada si ella, haciendo uso de su capacidad de decisión, decide tener sexo sin protección.


Además, hay que recordar que la realización de abortos bajo este esquema de pensamiento trae consecuencias físicas, como muchos métodos químicos anticonceptivos, que afectan de manera futura a la mujer cuando decide quedar embarazada para formar una familia y su cuerpo ya no se encuentra apto para contener el embarazo ya que se encuentra atrofiado por todas las invasiones que se hicieron en un pasado, tanto químicas como quirúrgicas, para evitar los embarazos.

Todos podemos elegir gracias a nuestro libre albedrío, siempre y cuando lo hagamos de manera responsable para que, como vi en un video acera del uso del preservativo, podamos “vivir lo suficiente para conocer al indicado [la indicada]”. Lo que sí, es que ninguna mujer debe ser etiquetada, estigmatizada ni criminalizada si decide actuar en conciencia dentro de lo ya comentado.

sábado, 23 de junio de 2018

Gay sí pero... ¿Orgullo?


El día de mañana se llevará a cabo en la capital del país la esperada, aclamada y famosa marcha del “orgullo gay” o “gay pride”, como se le llama en inglés y en posts de muchas personas a través de las redes sociales.
Dicha marcha busca ensalzar todos aquellos logros que, poco a poco, día a día, año tras año, se han logrado alcanzar gracias al esfuerzo de todos aquellos activistas de la comunidad LGBTI+, también mal generalizada simplemente como comunidad Gay, que hoy en día hace que podamos vivir en un mundo más tolerante: por mencionar lo más obvio, la creciente aceptación en varios países y estados del matrimonio homosexual o la facilidad para personas transgénero de llevar a cabo sus juicios de cambio de identidad.



Y sí, sí es digno de celebrar en una marcha todos y cada uno de los logros, por mínimos que parezcan, porque es digno de celebración el camino que nos lleve hacia una sociedad no tolerante, sino que sepa aceptar la diversidad y el derecho a todas las personas a llevar su vida como cada quien se sienta más identificado, sin tener que sentirse distinto ni ser tratado distinto o de mala manera por tener una identidad de género fuera de la norma o una orientación sexual distinta a la del grueso poblacional.

Pero a pesar de lo ya mencionado, la opinión que yo tengo de la marcha del orgullo gay y que siempre expreso cuando se habla de dicho tema, el cual siempre se reacciona como si fuera política, es que es una marcha en la cual se puede observar el epítome de la hipocresía y del sinsentido. Sé que esta afirmación puede ofender a muchos, e incluso llevar a juicios acerca de un machismo internalizado o una homofobia internalizada, pero hay cosas que a mi probable retrógrada punto de vista, no pueden escapar a esta categoría [de hipocresía y sinsentido]

La marcha del “orgullo”.



Como pudiste leerlo arriba, la marcha se lleva a cabo para celebrar los logros alcanzados en favor de la comunidad LGBTI(y demás letras) y mucha gente asiste a tan gran evento, tanto “gays” como gente “gay friendly” quienes participan mostrando su apoyo a manera de entusiasmo viendo pasar todos y cada uno de los contingentes y carros alegóricos llenos de magia, “glitter” y “power” que despiden, pero hablamos, o por lo menos yo, de hipocresía ya que muchos de los asistentes por parte de la “comunidad” asisten para celebrar, ‘vestirse’ y gritar al mundo a los cuatro vientos su orientación sexual (ya que no es una preferencia) o su identidad de género (lo cual es muy distinto a la orientación sexual) sin importar quien los vea pasar, los asistentes a la marcha se maquillan la cara de diversas maneras, se visten {o desvisten} de distintas maneras y muestran sus mensajes de orgullo en pancartas, música, vítores y demás; el gran problema es que la mayoría de ellos aprovecha lo que podríamos llamar la “borregada” o la marcha para hacerlo y, una vez que termina la marcha y el contingente por el cual transitaban llega al final del evento, su actitud cambia, nuevamente se comportan de manera “discreta”, cuidan en exceso que no “se les note lo gay”, retoman su “vida hetero”  y demás situaciones parecidas, como si el hechizo del hada madrina llegara a su fin y su carruaje se convirtiera nuevamente en calabaza, sus caballos en ratones, su cochero en perro y su vestido blanco de tul y organdí con perlas se convirtiera nuevamente en esos jeans sucios, derruidos, y pestilentes a testosterona. ¿Es eso realmente estar <<orgulloso>>?
Es entendible que muchas de esas personas no vivan su sexualidad o su identidad de género ya que, aunque parezca lo contrario, los crímenes de odio siguen a la orden del día y el machismo y el racismo no ha desaparecido, pero muchos otros no; viven en ambientes totalmente tolerantes pero prefieren conducirse de manera, como ya mencione, “discreta”, vocablo utilizado dentro del argot de la comunidad para describir a alguien que es varonil (al menos en el caso de los hombres, ignoro si en el caso de las mujeres se utilice el mismo término para describir a una mujer lesbiana o bisexual que luzca muy femenina). Entonces, ¿sólo se está orgulloso de ser gay, bi, trans o lo que sea, una vez al año? ¿Y los otros días qué? Pero no, es el “día del orgullo” y durante la marcha lo gritan a todo pulmón.

También por parte de los espectadores hay hipocresía, pues  también se elevan vítores al aire y se grita su apoyo a los participantes de la marcha del orgullo pero igualmente, al finalizar la marcha y romper filas, dicho sentimiento de apoyo desaparece y retoman su lugar en la mente de las personas el rechazo y la “incomodidad” al ver a dos hombres besándose, o al querer que dos mujeres adopten a un niño, o al ver a una mujer en cuerpo o con voz de hombre.

“Tú puedes ser como quieras, pero no enfrente de los niños, se van a confundir”

“No estamos en contra de que se casen, pero no estamos a favor de que adopten; ¿Qué educación le van a dar a esos niños?”

“Yo no tengo ningún problema con los gays, siempre y cuando ninguno se meta conmigo”

“Si llego a tener un hijo gay lo desheredo, pero una hija lesbiana es más aceptable”.


¿Entonces el apoyo queda relegado sólo a la marcha, así como el nacionalismo nos nace en un terremoto o en una victoria de fútbol pero fuera de ahí “me avergüenza mi país”?

Poca, muy poca ropa.

Siempre me ha parecido carente de sentido alguno las protestas sin ropa, o con escases de ropa. Sí, el cuerpo humano es algo hermoso de lo cual no nos tenemos que avergonzar; ergo, si el cuerpo humano es algo normal, ¿Para qué utilizarlo como protesta o en una marcha?
Esto en mi libro tiene un nombre, y es <<Exhibicionismo>>. Simple y llano.
Sí, muchos de los hombres que lucen sus cuerpos pareciera que los hubiera esculpido Buonaroti, Rodin, Bernini o cualquier otro habilidoso escultor, pero eso no es motivo para que, al menos en mi parecer, la única tela que lleven encima sea la de la ropa interior y la de la bandera que van hondeando con todo el orgullo que cabe en su corazón. Bien podrían hondear dicha bandera con el mismo orgullo y la misma pasión sin ir por las calles como si se acabaran de bañar o los hubieran asaltado y los hubieran dejado en ropa interior.

Sí, discúlpame querido lector y querida lectora, puede sonar a homomachismo u homointolerancia internalizada, pero hay cosas que simplemente se moldean convenientemente para encajar en este rompecabezas actual llamado sociedad, el cual no tiene ni pies ni cabeza. Bueno, tiene mucho sentido para todas aquellas marcas que patrocinan la marcha directa o indirectamente, como Prudence, Andrew Christian [marca de ropa interior exclusiva para hombres gay] y demás.

Entonces, ¿se puede demostrar sin asistir a la marcha?

Sí, pero no es el punto. El problema no es la marcha, sino la actitud de muchas personas que asisten a la misma. El ser orgulloso es ser quien eres, donde y cuando sea. Obviamente todos nos comportamos de manera distinta en distintas situaciones, ora para evitar conflictos, ora por miedo, pero no se debe confundir la prudencia con la hipocresía, si son lo mismo, ni se escriben igual.

Pero bueno, ¿A qué te refieres con estar orgulloso?
Como ya lo mencioné, ser quien eres, donde y cuando sea. No significa que si uno es gay, o bisexual, o lo que sea, vayas por la calle gritándolo a todo el mundo {que si deseas hacerlo eres libre}; ni de, en caso de conocer a una persona, te presentes diciendo: ”Hola, mucho gusto, me llamo Alberto y soy gay [o lo que sea]”, se trata de no fanfarronear frente a todo el mundo que eres el gran macho o hacer gala del “cuero” de novia que te cargas, pero en secreto buscas en sitios de ligue y aplicaciones “de ambiente” el tener relaciones con hombres pero “amas a tu novia” o “llevas vida hetero y asi quieres seguir”.

Como siempre digo: “quien te quiera te va a querer lo mismo vestido de traje, rolex y lentes oscuros que de seda, piel de mink y perlas”.